Los caballos son mamíferos herbívoros no rumiantes considerados “fermentadores cecales”.

Herbívoro significa que viven con una dieta basada en plantas y ser no rumiante significa que no poseen un estómago multicompartimental como las vacas, cabras u ovejas, en cambio, el caballo tiene un estómago simple que funciona como el de un humano.

El tracto digestivo del caballo es único ya que digiere parte de sus alimentos con enzimas propias de su organismo primero en el tracto digestivo anterior (estómago e intestino delgado). Hasta aquí el proceso es similar a lo que sucede en cualquier animal monogástrico como lo es el perro, el cerdo, o nosotros mismos. Sin embargo, luego ocurre una fermentación en el tracto digestivo posterior (ciego y colon), asimilándose más al rumen de una vaca.

¿Por qué los caballos pueden digerir el pasto y nosotros no? Porque el intestino grueso del caballo funciona como una gran tina de fermentación en la que viven muchos microorganismos que permiten la digestión de la fibra de las plantas al descomponerla mediante un proceso de fermentación logrando obtener sustancias llamadas «ácidos grasos volátiles» que luego pueden ser absorbidos y utilizados por el caballo como fuente de energía.

¡El caballo depende totalmente de los microorganismos que habitan dentro de él, ya que sin ellos no podría utilizar el forraje como alimento! Esto tiene efectos profundos en la forma que debemos pensar sobre la alimentación de los caballos bajo nuestro cuidado. Si quieres conocer la manera correcta de alimentar a tu caballo y los peligros que existen al hacerlo inadecuadamente, no te pierdas el siguiente post